Primera parte:
No cabe duda de que cada una de las oraciones que él escribía, eran expresadas por un hombre que tenía la capacidad de mirar por encima de sí mismo y observar su situación a distancia. Por ende los efectos que provocaban sus escritos en los demás, eran directamente proporcionales con lo que ellos; los recetores, estaban dispuestos y/o preparados para escuchar. Esto sucede cuando uno logra volar tan alto que pierde toda racionalidad y se deja influenciar por las potencias divinas que rigen su corazón. Otra de las razones por las que éste hombre lograba tener tanta influencia en la vida de los demás con tan sólo un par de palabras u oraciones (que para él eran casi siempre insignificantes); era porque quién escribía tenía naturaleza de poeta. Y en este punto me atrevo a admitir que parece producirse cierta contradicción, porque si sale de sí mismo, no es nada lógico que siga su naturaleza, ya que no es él, sino que muere y se deja influenciar. Pero partamos separando los pensamientos y/o sentimientos, del instinto y la naturaleza humana. De lo que hablo cuando me refiero a "naturaleza de poeta" es a la expresión instintiva (o sea, sin esfuerzo) de un lenguaje intermedio (que se puede desarrollar) donde nada cuesta y es completamente notoria la separación de la poesía y la realidad. Aunque sostengo más firmemente que hay un gran toque de experiencia personal en cada oración de cualquie tipo de expresión; pero eso no pasa cuando uno sale de sí mismo y ahí es cuando acecha el espíritu poético. Por eso es que éste hombre, vivía apreciando el 80 % de las cosas que veía, simplemente porque podía formar cosas con ellas y lograr que resulten interesantes para los demás e incluso buscar su esencia y enlazarla con algún hecho de su vida y al mismo tiempo con las ajenas; por eso es que resultaba tan sorprendente y admirable observarlo contamplar el azul del cielo, el atardecer, los árboles secos, la intensidad de los colores, las palabras de cada individuo, la lluvia que cae, las acciones que acompañan y los movimientos y/o gestos, por supuesto.
Era muy divertido, saber que a ese hombre, un delgadísimo hilo invisible era lo único que lo mantenía unido a la realidad, y no porque viva de distinta manera a la que debería ni porque fabrique su propia realidad, sino porque ésta se había tornado efímera e inauténtica, por lo que su espíritu volaba por cada rincón del universo, entregado a él sin miedo a las consecuencias. Es decir, no es que su realidad se había vuelto efímera e ineuténtica, sino que la realidad misma poseía tales características, por eso digo que su espíritu estaba entregado y abierto; la única manera de poder cambiar la realidad era esa: entregándose. Y volviendo al principio, era esa la razón de su muerte (entendiéndose muerte.). Y cómo todo hombre con espíritu de poeta, tenía la suerte de vivir tan intensamente todo, que el peso del valor de las cosas, era inmenso. Tan inmenso que no cabía en ninguna realidad ni en ninguna mirada ajena. Era realmente admirable. Sin considerar, que padecía de una inteligencia superior a cualquiera que yo vería jamás, por lo que el mundo real, no contenía demasiados estímulos y mucho menos verdades absolutas, ya que su cerebro estaba peleando con otro lado de su naturaleza: "el irracional".
Puedo asegurar con absoluta precisión que él no se alejaba de la realidad por ser demasiado débil para soportarla, sino demasiado fuerte y en esa fuerza, residia su sufrimiento.
Este hombre, era un fabuloso seductor y por desgracia para él, no lograba que las mujeres y los hombres, dejen de mirarlo y de fantasear con cada centímetro de su cuerpo.
Con frecuencia, aspiraba a algo insólito: En algo tan mínimo como un saludo, podía inducir a cualquier dama a la tentación y al deseo mismo de la poseción de su cuerpo. Hacía que en unos segundos, ellas se entregasen tan débilmente, que no tan inconcientemente, sacrifiquen todo por él, hasta sus secretos más preciados; hasta sus momentos más exquisitos e incluso sus sueños más profundos. Y todo esto, sin que él mostrase el menor acercamiento, es decir, era sólo una mirada y la brutalidad de un beso en la mejilla para que todas quedasen perplejas ante tan bella creación. Pero sin embargo, al identificar esto; era inevitable que no lo invada cierta amargura y confusión; primero porque podría entregar su vida entera a conquistar mujeres y estár con cada una de ellas, ya que era parte de su naturaleza tentarlas sin ninguna provocación y segundo porque la necesidad de reclamar, reprochar o simplemente hablar del tema con las damas que lo acosaban, era inmensa; él quería explicarles que no era apropósito, simplemente sucedía pero como en realidad, ninguna expresaría con claridad lo que él provocaba, no había nada que aclarar ni reprochar y tampoco podía confiar esto a nadie ya que objetivamente nada había para confiar, ni tampoco se esperaba una solución que no sea diferente al alejamiento de las mujeres. Y no puedo dejar de preguntarme, que, considerando que él sin querer, induce al error a éstas muchachas, ¿También podría caer en el mismo error? La explicación es muy fácil: Muerte, elección, amor. Eso era lo que seducía al seductor. Y la soledad.
Segunda parte:
La falta de exactitud es lo que se admira en el inspirado, porque induce al receptor a conmoverse ilimitadamente con ese baso que una vez lleno a los segundos se desborda sobre él. No importa que contenga, es el secreto desconocido de un alma desconocida o no, plasmado ciegamente en una ocasión precisa.
Es un importante paso para el que recibe que ese baso se vuelque porque hay algo para destrabar, y muy a menudo están tan bien colocadas las palabras dichas en su lugar que es necesario dejar de lado la elegancia para saltar y elevarse locamente hacia la sencillez. Ya es de noche grita el seductor cuando logra llegar a estas instancias. Anima a los pececillos, cuya gracia tanto admira, que nadan en lo restos del baso derramado, a que se arriesguen por el mundo, en el mundo. Pronto encontrarán terreno firme, pronto si lo quieren. Siempre habrá espectadores molestos y muchos les temen, pero el temor va acompañado del deseo, aunque sea identificable o no, de dominarlo, y al fin, el pie de aquel pececillo como el de muchos más, con confianza se apoyará sobre la firmeza del amor.
Si el seductor se va, y se irá, la princesa dejará de ver su rostro por un tiempo; pero como el seductor es rey, es cantor, profesor, piloto y además seductor algún día volverá, porque si es rey tiene que reinar, si es cantor tiene que cantar, si es profesor debe enseñar, si es piloto viajar y si es seductor... Por eso la princesa sabe que su ausencia es otra razón para agradecer al Rey. Porque la princesa ama y ese mismo amor la impulsa a desprenderse y a renunciar a eso que tanto ama, así será su vida. Le falta tanto por amar.
Lo que el seductor le recuerda cada segundo a la princesa, es que es un motivo de Glorificación al Padre Celestial el hecho de que el seductor sea rey. Porque como todo rey tuvo una preparación para serlo, aunque haya nacido para reinar; y como tal, vivió y murió como un rey, fiel a su pueblo. Pero esa preparación para reinar, no fueron libros, o exámenes, fue la cruda experiencia fatal pero purificadora de la guerra tanto en su interior como en el exterior; y la derrota, pero el fortalecimiento; para las próximas guerras. Es por eso que la princesa puede saber y recordar cuánto tiempo le falta para reinar y lo que eso implica. Pero no hay ningún tipo de desesperación ni objetivo para la princesa, porque puede aceptar su lugar, en todo esto ella no es nada.
La princesa sabía que una vez concedida la libertad, el seductor se iría. Pero lo que siente hoy sabiendo que el rey ya no está preso y puede volar por otros horizontes hasta que El Padre lo decida, es un fuego que le quema en el pecho, que le saca el aire, pero que simplemente la hace feliz.
Cada vez que ella nombra la palabra “confianza” al rey, siente cierta incertidumbre, una triste duda que la conduce directamente hacia la inseguridad, ¿Por qué? Muy fácil: ser una carga para el rey, sería fatal para ella. Y aunque los hechos, las situaciones y las palabras le demuestran que esto no es así, viendo algo de las experiencias del rey y viviendo lo que eso implica no hay manera de no caer en esa tentación. Lo importante es que él no es una carga para ella, ni ninguna de las tantas cosas que le brinda, cartas, pedidos, confesiones…Nada.
“Tenés que sepultar al rey para ser reina”
Dicen por ahí, que antes de formarse una unión de sentimiento eterno, duradero, intenso pero frágil y único, la primera tarea por la que debe pasar la dama es, la de abandonar por completo al amado, teniendo así sed de estar a su lado. Si todo marcha en orden, la víctima deseará se abandonada y el que comete el acto lo hará con placer y sin orgullo para que esa preparación, una vez concluida sea la desnudez espiritual de dos amantes cuyas almas están entregadas por completo. Una de las cosas más magnificas que se logran de esta manera es el aprovechar cada segundo en unión como si fuese el último, porque, cuando dos personas buscan algo intenso y especial, suelen hurgar por el tiempo y las posibilidades buscando momentos para aprovechar con el amado, en esa búsqueda de aprovechamiento y disfrute, sí que se es feliz. Pero cuando naturalmente existe ese deseo inevitable y profundo de encontrarse con el otro, los caminos coinciden constantemente y naturalmente, por ende la felicidad y el crecimiento que eso le aporta a la unión, es eterno.
No deja de ser un misterio el piloto para la princesa. Hay una frase dicha por él, que a menudo se le presenta: “Soy tu piloto, vos mi copilota”. No es que encierre nada fuera de lo común para todo el mundo, pero, lo común para él, a veces para ella, es raro y especial. La frase encierra, una aceptación casi escalofriante de entrega y confianza tan única, pero libre que es casi un exquisito juego de amantes. Es como algo que estará vivo siempre.
Teme pensar, a veces la princesa, que todo esto sea un engaño de sus propios deseos, pero es algo que se le presenta como una preparación para lo que pasará en su más anhelado reencuentro. Las intuiciones y las percepciones son claras y están escondidas en los ojos del piloto. Pero se concretarán, quizá, cuando en el cruce sincero y audaz del límite que él le impone, la princesa, deje de temerle. Y le teme. Llegará el momento en el que vivo siempre el amor que ella le tiene, y el a ella, se desatará una fuerte lucha entre sus espíritus; será razón para una distancia prudencial. Luego, la unión.
La ruta del corazón, hacia el corazón y con el corazón, inspira a alguna niña…
Termina la princesa; se despide con un “hasta luego”, sigue llorando lágrimas temporales, de largos temporales.
La poeta, en la escuela del verdadero amor, no es principiante.
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