Comida devorada

Número de almas que pasan.




jueves, 5 de agosto de 2010

ParaEvitarDistracciones

Me propongo plasmar los gritos de ésta débil mortal en un momento cuyo sentido principal es la necesidad de interferencia entre la confusión y el miedo que entumece las entrañas del irreprochable traidor. La mortal grita escandalosa remarcando bien que pertenece sin lugar a dudas al sexo femenino, no puede negar su sufrimiento aunque así lo quisiese, no puede taparlo aunque crea que deba hacerlo, ¿tiene algo que ver esto con su fortaleza? No, corresponde a su principal característica como mujer, quien actúe contrariamente está negando su dolor lo cual no indica que pueda o no hacerle frente.

Luego de deleitarnos con sus alaridos, el silencio nos permite volcarnos únicamente en el traidor, que dice no querer traicionar pero de todos modos lo hace, cuyas intenciones se demuestran puras aunque un tanto egoístas, naturalmente. Y ante cualquier tipo de acción inclinada al engaño, hay dos partes y una elección. ¿Se puede amar y traicionar a la vez? ¿Qué me decís Pedro? ¿Nos identificamos con el traidor o con el traicionado? ¿Nos identificamos como seres indignos que todo el tiempo niegan a Jesús porque no podemos identificarnos como amantes que perdonan a un traidor? Los alaridos de esta mujer se deben únicamente a la reacción del traicionado, si seguimos a Jesús ¿Por qué nos identificamos con Pedro? El toque trascendental y místico está en la respuesta, en el perdón, en la ausencia de reproches, en el olvido de la experiencia, en el seguir adelante, y cuánto nos cuesta seguir… Si no nos sentimos perdonados ¿Cómo tendremos la fuerza para cambiar? “Apacienta mis ovejas” ¿Eso no es Misericordia? ¿Eso no es amor? ¿Qué lo es entonces?

Esta mujer se queda en silencio una vez más, traidora y traicionada, mentirosa, débil, indigna, admirando que la única manera de continuar es callando, y así amar.

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