Fue una noche, que inútil mi manera de actuar,
convulsionaron mis sentidos, se hicieron piedra luego,
violaron mi autoestima otra vez,
introdujeron su contaminado semen en mis oídos
trataron de penetrar las ideas y no pudieron, fueron inquebrantables.
El planeta se achica o esa es la sensación que tenés cuando hablás,
se reduce tanto que sólo entras vos, claro.
Las metas destruyen, los objetivos vacían,
a la nada le temen, de lo abstracto escapan
aunque a algunos nos gusta.
Y la abstracción más sublime, es la nada misma,
y Dios esa nada, Dios esa abstracción,
el Hijo es más Figurativo,
pero su vibración la más terrorífica.
Como bombas de petróleo que se desinflan
en los ojos de los necesitados
y rondan por el planeta, la gente las escupe,
las rechaza, las odia y nosotros las tiramos,
porque así es como aprendimos, así no enseñó el Espíritu Santo.
Sin revolcarnos en las curseadas de los amantes hipócritas,
en los abrazos que supuestamente se dan por necesidad,
de los besos de Judas,
vamos hacia la nada, nos dirigimos hacia ella,
por eso tenemos tanto miedo,
porque la nada no necesita nada, y debemos ir sin nada,
sin ropa, sin pertenencias, sin malas intenciones, sin nada,
desnudos completamente y entragados a nada. A todo.
Lo que nadie entiende es que eso se da por añadidura,
despegás, y tus cosas están abajo, ya está,
tirás todo por la ventaba, y contemplása Dios Padre.
Los placeres físicos dejáselos al Espíritu Santo,
si nunca tuviste un orgasmo,
lo vas tener con Él,
y va a ser el más largo, lo juro.
Y si escuchás a Cristo, ¿Cómo no obedecerle?
Entregado a él, haciendo su voluntad así serás feliz.
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