Comida devorada

Número de almas que pasan.




miércoles, 24 de noviembre de 2010

Trae la fe que mueve montañas

Cantos y burlas invaden algo algo ajeno a mí.
Por favor, olvidate un poco de vos misma.
Hay campos de fuego rondando por el enorme cerco de mis vecinos,
aprendí a jugar al ajedrez, para el poema de la ninfómana.
Y a ese profesor lo sigo recordando aunque el bulto de su pantalón ya cambió de significado.
Porque hay Alguien a mi lado que sana las heridas.
Los muertos inclinan su cabeza en mi mal estar, en mi cansancio.
Tengo que ir a visitarte, lo sé y pido disculpas,
es que me encierro cuando él no viene, porque me da bronca,
aunque todo se supera, si lo sabremos nosotros.
Y nadie se justifica por lo que pasó,
simplemente fue diferente,
y eso fue lo que lastimó, la diferencia,
pero enriqueció nuestras vidas, les dio sentido, nos hizo crecer.
Estoy relajada para escribir y para caminar,
y me alegra poder sentirme parte de una comunidad
y saber que esto recién está empezando...
Porque contar, no cuento y nunca conté,
que piba abierta, que piba simpática,
que equivocados, de mis corazas no hablo.
Pero quien me conoce sabe lo antipática que soy
y mis mecanismos de defensa,
sabe que detesto hablar, y más detesto que me hagan hacerlo,
sabe que sólo en escasas personas confío, y son dos, ahí dejamos de contar.
Y quien me conoce sabe respetar eso también,
y que caminaremos por rosas y por espinas,
pero juntos quizá.
Hoy estoy relajada, acostada y sin sobresaltos,
acabo de meditar la palabra con Federico,
me confesó algunas cosas.
Y me di cuenta, que no vuelvo porque caigo,
vuelvo porque amo. Y si, obvio que me falta,
pero te amo, ¿Qué cambiará eso?

1 comentario: