Comida devorada

Número de almas que pasan.




sábado, 18 de diciembre de 2010

Antes complazcamos plácidamente a la caligrafía de tu histeria, tan notoria.
Sí, algún día voy a tener que superarlo, ciertamente.
Si la alteración de tu normalidad conlleva a una rotación física, un sentido de éxtasis siempre hay.
Sales desde tus adentros para acostarte sobre espinas y beber del cáliz que, cuánto temor provoca.
El exterior observa tu caminar silencioso y no se pregunta a dónde irás, cierto que te muestras contento y presuntuoso para algunos.
Me invocan como siempre para sentir esa cruz y se inyecta en el corazón una evolución de tamaño, tolerancia y misericordia.
Y aunque el tiempo litúrgico marque otra cosa, el desierto interviene siempre tal como está escrito, tal como es. Y todo se engrandece, se expande, se magnifica como en una sola nota musical en medio de un insoportable silencio.
Pero la soledad y el abandono nos trasladan a un pasado del que no podemos vivir, donde sólo en un momento preciso desaparecen las fortalezas.
No voy a volver a recordarte eso que siempre repito, pero el tiempo y el espacio modifican la costumbre, el pacto está vigente y ahora yo trazo una línea.

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