Otra mirada, es esa la búsqueda; otra perspectiva,
soy de las personas que no se dan cuenta de sus equivocaciones,
hasta que se las marcan.
Y soy también de esas niñas que comparan situaciones,
para ver lo trascendente de ambas, aunque hayan sido relativamente iguales.
Y así también me gusta que me corrijan, algunas personas.
¿Y a quién le importa?
Sólo te digo, mi querido que la música jamás sonó tan bien como aquél día,
y es por eso, que no puedo negarme a escucharte,
bueno, sí puedo, no quiero.
Pero al final, todo se consume, dice la gente,
a los muertos poco les importan las flores,
a la soledad, poco le importa la palabra,
y a esta soberbia, poco le importa lo que dicen.
Es que tantas cosas pasan que no entiendo,
y pasa el tiempo y sigo sin entenderlas,
pero pasas vos, y las entiendo, como mágicamente,
es que la música jamás sonó tan bien, como aquél día,
como cuando la tocaste, raro instrumento de Dios.
Carolina me dijo el otro día,
que me exijo demasiado.
Me disculpo por mi falta de claridad,
y vuelvo a las burlas irónicas que fortalecen
mi alma. Gracias por burlarte.
No me gusta verte enojar.
Estoy cansada de equivocarme... Quizá.
Y el Creador salió aquél día a su jardín, como todos los días, y vio a su flor. Detuvo su marcha y con ese Ser que entre otras cosas Es también puro Padre, contempló a su florcita. Si sólo te imaginás el rostro de ese Dios, ya no hay más palabras para escribir.
ResponderEliminarEl Creador sale a pasear toda su eternidad y nos encuentra en nuestra actitud de amantes absolutamente entregados. El nos mira siempre así. Nos exijamos o no, es algo que nos muestra a nosotros mismos cuánto le estamos dando a aquel que infinitamente amor se nos da eternamente (todo el tiempo y siempre presente).
Yo me exijo mucho, pero no demasiado. Dios no necesita que yo me exija como me exijo, pero yo quiero darle todo.
Cuando le haya dado todo, quizá la exigencia sea menor.
Hoy, la exigencia da cuenta de que vivo y crezco en el amor al Amor.
La exigencia me ayuda a medir si no voy para atrás.
El resultado de eso es que no son mis frutos iguales que los del que se exige un poco menos.
A algunos la exigencia los hace infelices.
En mi caso la exigencia amplía mi capacidad de felicidad.