Comida devorada

Número de almas que pasan.




lunes, 12 de abril de 2010

63 (No sé de dónde salió Antonin)


Nada se fuga de sus miradas. Verse sin necesitar si quiera saber qué es lo que el otro está pensando. No sé qué es lo que les pasa, a mí jamás me ha tocado enamorarme. El día que duerma sola sin recordar cómo fue sucediendo que así pasó; el día que se acerquen a mi cara miles de años insatisfechos y cuestionados por un reiterativo interrogante, que puede ser, probablemente sea la pregunta que todo el mundo se hace ¿Por qué? ¿Cómo llegué a esto? ¿Qué es lo que ocurrió? Somos aquellos que queremos estar en paz y desesperamos en cada guiño de ojo como una prueba hacia la eterna destrucción. Y así el día que deje de llorar entre las tinieblas y lamentarme por los días de penumbra y miedo, volveré, y me preguntaré lo que todo el mundo. Quizá extrañaré un poco, tal vez quiera volver con mi padre y darme cuenta de lo enamorada que me encontraba. Y que si mis movimientos ya no tienen gracia, y mi andar ya nos transmite sensualidad, que si ya a nadie le dan ganas abusar de mí ni de llevarme a la cama, sólo necesitaré entonces, quedarme en silencio, agachar la cabeza y volver.
Haré de mis muecas un canal, transformaré mis manos en las de un guerrero, y tal vez, si no me enamoro de mí otra vez, pueda oírte contando las nubes, pueda verte queriendo bajar los brazos, tal vez pueda acompañarte y escaparme de mis mentiras. Cuando me enamore, y pueda distinguir la luna, las estrellas y el sol, cuando me enamore de verdad, y te mire a los ojos, y te recite algo de Artaud.
Sin miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario