Nunca nos encontramos en el sueño;

los raspones de tu pantalón siguen siendo accidentes inhumanos,

podemos seguir aceptando que los misterios son misterios

o buscándole la vuelta a algo que ya de por sí, contiene armonía.

Sé que hasta cuando tus dedos bajan de velocidad

y hay que sostenerte porque la cruz se te cae encima y te aplasta,

no estoy ahí, pero el que viene de lo algo está por encima de todo.

Que nuestros cuerpos invadidos por la excitación diaria de un encuentro continuo

se saludan cada vez que se ven,

como si realmente no se conocieran en profundidad

significa que siempre hay algo nuevo en nosotros para presentarnos y dar testimonio.

Si nos hacemos uno, humanamente tal vez no nos conozcamos,

pero si el alma y el cuerpo son uno también; es discutible.